Lo habían vuelto a conseguir. No
se podía creer que le estuviera pasando de nuevo. Se suponía que tendría que
ser uno de los días más felices del calendario pero, por enésima vez, su
cumpleaños se había transformado en una fecha para olvidar…
Mientras arreglaba su cuarto
recordó cómo habían sido las cosas hacía exactamente un año. El otoño regalaba
ya las primeras lluvias y un viento frio y molesto espantaba a la gente de las
calles. Aquel día se había levantado ilusionado, pues su visión optimista ante
la vida así se lo recomendaba, dedicando su primer pensamiento matutino a
recordar a sus padres, fallecidos en un accidente de tráfico unos años atrás.
Deseó con todas sus fuerzas que estuvieran allí, viéndolo crecer afrontando las
dificultades de la vida. "Seguro que se hubieran sentido muy
orgullosos" pensó. El resto del día estuvo salpicado de desprecios,
humillaciones y un trato vejatorio que hizo aflorar lágrimas amargas en sus
mejillas en más de una ocasión. Y, por desgracia, ellos aprovechaban los días
señalados para abundar en el maltrato hacia aquella persona inocente y
vitalista: la celebración de su 13 cumpleaños era una ocasión propicia para
continuar demostrando una mezquindad y un desprecio que no tenía límites.
Tras la fatídica desaparición de
sus padres, había sido adoptado por aquel matrimonio en el que ella llevaba la
voz cantante, mientras que él se limitaba a obedecer de modo sumiso las órdenes
de quien, en lugar de su esposa, parecía su carcelera. A las pocas semanas de
estancia en aquella casa fría y oscura ya descubrió que la relación entre sus
nuevos padres adoptivos no era la de una pareja al uso, sino más bien la de ama
y esclavo, aunque con el objetivo común de volcar en él su ira y sus
frustraciones. Pronto comprendió que su camino iba a estar jalonado de
obstáculos y dificultades. Pero en días tan especiales como aquel, el maltrato
psicológico al que estaba sometido afectaba de manera especial a su estado
ánimo, apagando una sonrisa que cada vez aparecía con mayor dificultad y
sumiendo su existencia en un miserable laberinto de tristeza, del que iba a ser
muy difícil encontrar la salida. Aún así, siempre trataba de ocultar su
melancolía y mostrarse alegre, tal y como le había recomendado su madre
biológica, a la que tanto echaba de menos.
De esos padres postizos no
recordaba ninguna palabra de felicitación; los gestos de cariño, como besos y
abrazos, se habían quedado atrapados en el cuarto oscuro de sus pétreos
corazones. Al contrario, su onomástica pasaba desapercibida para ellos e
incluso alguna vez percibió en ese día algún atisbo de empeoramiento en sus
modales, en forma de gestos huraños y respuestas más agresivas que de
costumbre. No hace falta mencionar que la palabra "regalo" no existía
en el vocabulario de aquel hogar y la posibilidad de invitar a algunos amigos
quedaba aplastada por un "NO" categórico y contundente, contra el que
no cabía apelación posible. No había llamadas, mensajes ni tarjetas con frases
ingeniosas; ni siquiera un menú especial al que agarrarse para contentar al
estómago y alegrar el ánimo. Pero lo que más deseaba era haber tenido alguna
vez unas velas que soplar sobre una tarta de cumpleaños; la canción asociada la
tenía grabada en su cerebro, pero ese deseo que siempre formulamos al apagar
las llamas diminutas que coronan los palitos multicolor iba a tener que
esperar, al menos, un año más. A no ser que...
De pronto, recordó haber visto
una caja de cerillas perdida en algún cajón de la cocina. No tardó ni un minuto
en encontrar el pequeño tesoro. Un vistazo más a la despensa y ya tenía todo lo
necesario para llevar a cabo el plan. Volvió a su habitación deprisa, pero
vigilando cada paso y cada esquina, con la precaución de no ser descubierto y
dilapidar así una buena oportunidad para que ocurriera algo diferente. Al
llegar a su cuarto, cerró la puerta con cuidado y echó el pestillo para asegurar
la intimidad que el momento requería.
Una magdalena y un bote de nata
montada fueron los ingredientes improvisados para crear de modo clandestino el
mejor pastel de cumpleaños de su corta y triste historia. Un humilde y sencillo
muffin coronado por una cerilla
encendida que, clavada con orgullo en lo alto del dulce, hacía las veces de
única y simbólica vela, representando todos aquellos cumpleaños que no habían
podido ser. Apremiado por el fuego que devoraba la pequeña astilla que se
consumía ante él, cerró los ojos y sopló con suavidad, formulando un deseo que
había estado albergando en lo más profundo de su alma desde hacía tiempo:
cumplir los 14 acompañado de amigos y seres queridos, rodeado de un montón de
regalos envueltos en papel multicolor y música y… finalizar con una enorme
tarta de chocolate ante la que todo el mundo sonreiría alegre, mientras
entonaba esa cancioncilla que dice “cumpleaños feeeliz..."
5 comentarios al respecto...:
¡¡Animo, chaval!!, hazte el muffin más rico del mundo, sal a la calle y vuélcate en tus amigos (esa "familia" que sí puedes escoger) y canta aquello de:
"What doesn't kill you makes you stronger
Stand a little taller
Doesn't mean I'm lonely when I'm alone.
What doesn't kill you makes a fighter
Footsteps even lighter..."
Me gustó esta canción desde la primera vez que la escuché pero es que, además, fue escogida por unos niños enfermos de cáncer en un hospital americano:
http://www.vanguardia.com.mx/strongerelemotivovideodelosninosconcancer-1284939.html
Petición para el jefe: queremos la segunda parte de este relato pero con el chico ya mayor, fortalecido y ¡¡FELIZ!!
Fuerza para todos esos niños que sufren.
Saludos
Gracias por los ánimos. Se los transmitiré al protagonista del relato...
La canción de Kelly Clarkson ("Stronger") habla de que lo que no te mata te hace más fuerte. Es un mensaje positivo y te ayuda a seguir adelante en esos momentos en los que crees que todo está perdido o tienes una vida tan miserable como la que aparece en esta entrada.
Desde aquí me comprometo a escribir una segunda parte con las condiciones que me pides...
Un saludo y gracias!
Anónim@: Me encanta tu positivismo.
Se pueden perder batallas, pero no por ello la guerra...
Para mi, el protagonista es todo un heroe.
Es un heroe porque a pesar de las zancadillas que la vida le ha ido poniendo a lo largo de su corta vida, no ha impedido que siga deseando y buscando su sueño.
Ese sueño que no es otro que tener una vida igual que los demás... Muy simple pero que ha veces es difícil de alcanzar.
Me gustaría cantarle: "Alli me colé y en tu fiesta me planté, cocacola para todos y algo de comer...".
Veremos lo que le depara el futuro.
Mi tema para esta canción (anónim@ me lo ha puesto difícil) es: "Real Hero" de COLLEGE.
Un saludo del "PEDRA"...
Es muy agradable descubrir cómo reaccionáis ante este relato: el buen rollo y el positivismo florece a pesar del tema al que se refiere el texto. No tengo ninguna duda de que su futuro será muchísimo mejor de lo que hasta ahora le ha tocado en (mala) suerte.
Gracias, "Pedra", por tus comentarios y tus recomendaciones musicales. Te echábamos de menos...
No me voy a ninguna parte... HE VENIDO PARA QUEDARME. Que lo sepasss...
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