30 de octubre de 2012

TE ENCONTRARÉ


La noticia surgió de manera tan inesperada como una inundación en pleno desierto. Acababa de llegar a su trabajo a primera hora de la mañana y se disponía a encender el ordenador cuando le comunicaron, de modo repentino, que aquel compañero se iba. Pensó que le parecía extraño, cuando no hacía ni tres meses que él se había incorporado a la empresa, con su portátil bajo el brazo y toda la ilusión del mundo en la maleta. “De todas formas, en los tiempos que corren, seguro que ha encontrado algo mejor pagado que esta mierda; yo también me iría…” reflexionó casi en voz alta con cara de pocos amigos, temerosa de haber sido escuchada por alguien con más categoría laboral que ella.  
Martín era un hombre joven, aunque por su rostro y por el cabello salpicado de canas aparentaba unos años más de los que reflejaban sus datos personales. La combinación de un currículo brillante y un empujón a modo de recomendación proveniente de algún alto cargo del gobierno local, le había abierto las puertas de aquella empresa, en la que la temida reducción de plantilla había defenestrado ya a un gran porcentaje de empleados. Amable, sonriente y siempre dispuesto a aprender y colaborar en cualquier tarea para la que fuera solicitado, se había ganado la confianza de sus superiores y la admiración de no pocas compañeras que, ante todo, alababan su buen gusto, su educación y su capacidad para hacerlas sonreír… incluso en los momentos más estresantes. La belleza era un añadido que sumaba de manera positiva en la valoración global, pero todas las mujeres que habían podido compartir con él alguna tarea anteponían al aspecto físico el resto de virtudes mencionadas. No era de extrañar, pues, que la sorpresa de su baja laboral hubiera corrido como la pólvora entre la plantilla.
El responsable del departamento había convocado a los presentes para una reunión informal en la que daría a conocer la noticia, ya a esas alturas de dominio público en la oficina. Con gran desgana y mínimo interés, Adriana decidió continuar enfrentándose a la pila de papeles que reinaba desafiante sobre su mesa desde hacía un par de semanas; un simple comunicado para anunciar el despido de un empleado más no le iba a robar su tiempo, tan preciado como escaso. Al fin y al cabo, su relación con Martín no había pasado de aquella tarde en la que, agobiada por el plazo de entrega de un trabajo que se había vuelto más complicado de lo esperado, él se prestó generosamente para ayudarla y finalizar a tiempo la tarea. Fueron tres o cuatro horas compartidas cara a cara en las que, agobiada por los números y saturada por el teléfono, no reparó en la amabilidad y el atractivo de su agradable ayudante. Siempre había pensado que era un buen partido, además de un hombre simpático y encantador, pero su cabeza no estaba en aquellos momentos para valorar lo que en otras circunstancias sí se hubiera planteado. Y por supuesto, un hombre así nunca se fijaría en una chica como ella…  El fin de la jornada y una cita ineludible con sus amigas de la infancia fueron la excusa que enterró la solicitud de Martín para celebrar la exitosa entrega, conversando animados bajo el estimulante influjo de un par de cervezas.
No había pasado ni media hora cuando reparó en una carpeta mal colocada que sobresalía del montón situado tras la pantalla del ordenador. Lo que llamó todavía más su atención fue un papel autoadhesivo de color verde, que destacaba de manera inconfundible pegado sobre el oscuro tono de la portada del archivador. Su curiosidad la empujó y, de un salto, logró alcanzar su objetivo. Tras leer las frases escritas, dejó caer el bolígrafo que sostenía su mano derecha y cerró los ojos, tratando de recordar una escena familiar, para la que ya era demasiado tarde encontrar una solución. Releyó de nuevo el diminuto papel que Martín había firmado, mordiéndose el labio superior con un temblor imperceptible:

“Ha sido un placer ayudarte a resolver el problema que tanto te preocupaba. Reconozco que cuando te agobias pareces más atractiva todavía de lo que eres. Creo que sería una buena idea quedar un día a la salida del trabajo para relajarnos un poco tomando un café. Yo invito… M.”

Se levantó apresuradamente y corrió hacia la mesa que Martín había ocupado hasta el día anterior, para comprobar que sobre ella no había más que un portalápices y papeles en blanco. Con el corazón todavía más acelerado que ella preguntó a su superior si conocía el futuro laboral de aquel ya ex compañero. Sus oídos solamente llegaron a procesar frases sueltas que, en medio de una bruma de palabras, salieron de la boca de aquel hombre grueso y mal encarado: “expansión de la empresa hacia Asia…” “cargo que aceptó con sumo gusto…”  y “realizará una gran labor en China…” El resto de la conversación no le hizo falta para deducir la decisión que Martín, camino de su nuevo puesto, había tomado.
De vuelta a su despacho, se dejó caer en la silla y con la mirada perdida en la pantalla del ordenador recordó aquella canción de Sabina que decía: “No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió…” Y decidida, tecleó la dirección de la página web de su agencia de viajes habitual, con el objetivo de encontrar un billete para Pekín. El resto siempre podía improvisarse…       

27 de octubre de 2012

UN AMIGO DE VERDAD


El protagonista de este relato nunca ha sido alguien convencional. Quizás ni él mismo lo sepa, pero su caso se sale de la norma. En él se reúnen varios factores para considerar su comportamiento como algo “anómalo” Pero en este caso, esta palabra no va acompañada de un sentido despectivo, sino todo lo contrario: anómalo por diferente, por escaso, por excepcional, por inusual, por extraordinario… Si bien es cierto que, a lo mejor, es más fácil afirmar que los que se comportan de manera distinta son todos los que le rodean.
Desde pequeño fue un niño extrovertido y feliz, que sabía disfrutar de los pequeños placeres que la vida te proporciona a esa edad. Era de destacar en él una afición que, a pesar de sus escasos años, ya cultivaba con absoluto afán: el cine. Es fácil imaginar su recorrido hasta la sala de proyección más próxima, con la ilusión rebosando por todo su cuerpo, para visualizar aquella película que llevaba tantas semanas esperando. Seguro que de vuelta a casa su cabeza echaba humo, memorizando cada fotograma de esas escasas películas que podía ver, para después recrear de nuevo todo el metraje en su cabeza y contar, escena por escena y con todo lujo de detalles, el desarrollo de personajes, acción y situaciones. Incluso es probable que añadiera algo de su propia cosecha para aderezar un poco lo visto y contarlo bajo su prisma particular, pleno de imaginación y apasionadamente intenso. De hecho, el interlocutor que lo hubiese presenciado narrando alguno de esos argumentos no tendría problema en ahorrarse la entrada a la sala, pues la película, pasada por el túrmix de su imaginativa memoria, era representada con pelos y señales ante quien quisiera y tuviera el placer de escucharle.
Ese gran amor por el cine tenía sus consecuencias en la vida diaria, pues repercutía directamente en la manera de jugar y en la organización de sus momentos lúdicos. A la hora de disfrutar de un rato de ocio, cualquier juguete o estructura eran válidos para representar, a pequeña escala, las escenas más apasionantes que había contemplado en alguna de las películas preferidas de su catálogo particular. Los clicks de Famóbil se convertían en soldados intergalácticos, las piezas de Lego eran naves, vehículos extraños o hacían las veces de fortificación donde esconder al malvado; las pistas del Scalextric semejaban carreteras asfaltadas por donde escapar en coches de su construcción en busca de la chica y los Madelman podían transformarse en el héroe que la rescataba en última instancia, salvándola de una muerte segura enterrada en aquella montaña de arena… Horas y horas de juegos, acompañado o en solitario, que forjaron desde bien temprano un carácter alegre, imaginativo y poseído de esa inocencia sana y leal que solamente los que todavía albergan un niño en su interior poseen.
Pasaron unos cuantos años y su manera de ser y de ver la vida se mantuvo fiel a sus inicios. Un personaje peculiar, optimista, locuaz, sincero y con un toque de felicidad constante que lo hacía admirable a ojos de sus amigos; esos mismos que no le llegaban ni a la suela de los zapatos en cuestión de fidelidad y compañerismo. Sospecho que no siempre fue bien comprendido en ese mundo de “no violencia” y “entendimiento global” que propugnaba y defendía, pero no me cabe ninguna duda de que muchos hubieran cambiado con los ojos cerrados su manera de vivir por la de nuestro personaje, a años luz de felicidad de las del resto.
No es posible terminar esta historia sin hacer referencia a la gran pasión de su vida: la música. En este caso, se puede afirmar sin temor a la equivocación que ha sido, es y será el aire que necesita para vivir. Sin música, no sería ni la sombra de lo que es y su relación con la misma siempre ha sido estrecha y pasional. Poseedor de un gusto musical ecléctico, refinado y vasto en conocimientos, sorprendía siempre con el último hallazgo de ese artista del que nadie salvo él había oído hablar. Otras veces, dejaba asombrados a propios y extraños con recopilaciones musicales realizadas en la soledad de su habitación, compuestas con mimo y destreza para que los temas se engancharan uno tras otro como eslabones de una cadena. Siempre era un honor poseer alguna de esas joyas, en forma de cassette, para escuchar en los momentos más señalados… ésos en los que la música extrae de tu corazón las emociones más intensas, o hace que éstas florezcan en tu interior. Y, al igual que con el cine y tantos otros temas, su conversación musical era apasionada y plagada de anécdotas y datos que obligaban al que escuchaba a rendirse ante tal avalancha cultural, para admirar cómo alguien podía llegar a tal perfección y cariño por un hobby que, en su caso, trascendía el simple entretenimiento.
Todo lo mencionado hasta ahora no hace sino ocultar tras un velo de entusiasmo la característica más destacada de su manera de ser: la Amistad con mayúsculas, desinteresada e incondicional, cariñosa y de fidelidad inquebrantable. Tan difícil y tan sencillo como eso; una flor que supone una excepción en el desierto de las relaciones de este mundo en el que se sobrevive, pero a expensas de pisar para que no te pisen. Llegaron épocas más favorables y otras más tormentosas, pero en él sus amigos siempre encontraron un apoyo, una palabra de ánimo, una sonrisa… incluso en aquellos momentos en los que él mismo no pasaba por su mejor racha, que también los hubo. Ahí radica la verdadera esencia de la amistad: ese don que pocos poseen y que cada vez es más preciado. En él existe de manera innata y lo desarrolla sin dificultad, sin aspavientos, sin gestos superfluos y de cara a la galería. Todos los que alguna vez fueron tocados por la varita mágica de su camaradería y de su aprecio, se tratase de hombres o de mujeres, deberían sentirse afortunados de haber compartido un trocito de su vida con alguien tan especial.
Por ese motivo me he decidido hoy a escribir esta historia. Porque tras años de distanciamiento, en los que mi amistad y admiración por su persona no han disminuido un ápice a pesar de la lejanía, hoy siento que vuelvo a acercarme de nuevo a su órbita de influencia; a su cálida manera de enfocar el día a día, a ver la vida sin rencores ni resentimientos. También porque me siento orgulloso de haber formado un día parte de ese reducido grupo de amigos que descubrieron juntos grandes emociones y vivieron los mejores años que una vida puede otorgar. Y, sobre todo, porque hoy es su cumpleaños y no había nada que me apeteciese más que escribir unas palabras para agradecerle su amistad y su cariño. Ojalá que se mantenga así hasta el final…
Feliz cumpleaños, amigo.        

26 de octubre de 2012

EL BLOG DE LA DOCTORA JOMEINI: LA NOVELA

Esta entrada en mi blog me sirve para dar a conocer un libro que acaba de ver la luz recientemente. Se trata de la novela que lleva por título "El blog de la Doctora Jomeini", escrita por Ana González Duque, la archiconocida Doctora Jomeini a la que hace referencia el título del libro. Muchos conoceréis ya su blog, del mismo nombre, al que hay un enlace directo desde éste en el que os encontráis ahora. Para aquellos que no hayan disfrutado todavía de sus ingeniosas ocurrencias, os sugiero que no tardéis demasiado en daros una vuelta por sus páginas, desternillantes y llenas de historias variadas, contando la vida (profesional y "personal") desde un prisma basado, por regla general, en el humor y el "buen rollo"
Os facilito un enlace a la página promocional de la novela, así como otro en el que podréis deleitaros leyendo las primeras páginas de la misma. Ahora, tras esa lectura a modo de "aperitivo" que ya os habrá enganchado, no hay excusa que valga. Merece la pena salir a la calle y rebuscar en esa librería que tanto os gusta, para llevaros a casa un libro entretenido y ameno. Seguro que las andanzas de la protagonista, residente de anestesiología recién llegada al hospital, nos harán disfrutar igual o más que sus divertidas entradas en el blog. 
Mucha suerte con la magnífica novela que has publicado, Doctora. Estoy convencido de que será un éxito absoluto!

21 de octubre de 2012

VERDADERAS MENTIRAS


Acabo de despertarme tras haber dormido 32 horas. Estoy en una cama extraña, navegando en el mar de mis errores, cubierto por un millón de promesas que se han desvanecido sin previo aviso. Contemplo en una gran pantalla los primeros años de mi juventud, en un país desconocido, con el recuerdo del sabor de tus labios en mi piel y la cabeza a punto de estallar, embotada por la resaca que han dejado los siete litros de cerveza que pasaron por mi garganta anoche. Llevo echándote de menos 52 años, con 52 semanas de promedio en las que he aprendido todo el diccionario de memoria para expresar del modo más correcto y con las mejores palabras que eres y serás el amor de mi vida: incluso podría decirlo en todos los idiomas del planeta. Yo, que he viajado al espacio y he cruzado galaxias para encontrarte y he dado la vuelta al mundo varias veces a la caza de tu sonrisa, para caer al final en el abismo de la invisibilidad.
Me levanto por fin de esa cama torturadora, para volar con mis alas a la velocidad de la luz hacia la montaña más alta y pregonar a los cuatro vientos que tu amor me ha seccionado la yugular, desangrando mi confianza hasta quedar reducido a cenizas. Con el tiempo, tu desesperante silencio también me ha hecho un hombre fuerte, capaz de derrotar a cualquier adversario por invencible que fuera. He peleado por tu cariño contra ejércitos armados, durante días solitarios y noches eternas, consiguiendo no salir herido a pesar de tus ausencias, que quemaban mi piel con la intensidad de un hierro al rojo vivo. Y a pesar de todo, sigo teniendo el mismo aspecto joven y fresco que cuando nos conocimos, hace siglos, con la inocencia flotando en la profundidad de tu mirada y cautivado por el olor de tu piel.
Llego a casa de nuevo, con el corazón congelado, tras construir un puente entre tu olvido y mi deseo; cierro los ojos y consigo parar el tiempo recordando un primer beso que me proporcionó la inmortalidad que ahora padezco, sin capacidad para envejecer al ritmo del resto. Un animal sin sentimientos que recorre los años esperando encontrar los papeles perdidos, la fruta prohibida y el sueño no cumplido. Un número anónimo, que no quiere pasar a formar parte de esa lista en la que figura. Un ser humano despojado de la memoria selectiva para recordar lo bueno, dejando lo malo al cuidado de lo peor, sin posibilidad de redención para sus pecados.
Pero hoy se ha encendido una luz que ilumina el universo. Llega desde lo más profundo del alma, recorriendo sin descanso cada centímetro de mi piel para eliminar la pegajosa oscuridad que la cubría. Es poderosa, deslumbrante y pura; viene además acompañada de una sensación agradable, proporcionando de nuevo la confianza que desapareció cuando aquel puñal de inconformismo atravesó mi pecho. Y mi mente se despereza, imagina remolinos de felicidad, juega entre los árboles de la esperanza…
Acabo de leer el mensaje atrapado en la botella de tu sinceridad. Es necesario recuperar esa visión despreocupada de la vida, me dice. Si de verdad lo deseas, las mentiras pueden rebelarse y, hastiadas de tanto engaño y desconfianza, transformarse en las verdades más sinceras y maravillosas que una voz pueda entonar. Si de verdad lo quieres, no tienes más que decirlo…                       

18 de octubre de 2012

EDUARDO GALEANO

Nacido en Montevideo, el 3 de Septiembre del año 1940, Eduardo Germán María Hughes Galeano se ha convertido en uno de los grandes referentes de la literatura latinoamericana de nuestro tiempo.

Periodista y escritor de gran sensibilidad y con un importante grado de compromiso histórico, Galeano se ha destacado por decir siempre lo que piensa. Entre sus obras, quizás la más famosa es "Las venas abiertas de América Latina", un trabajo publicado a principios de la década de los setenta donde recorre la historia americana desde la colonización hasta el siglo XX. Un ensayo con una fuerte crítica social, aspecto que le valió varias prohibiciones por parte de las dictaduras que en la década del setenta se impusieron en diversos países de América Latina, como el caso de Chile, Argentina y Uruguay.

La obra de Galeano ha logrado trascender las fronteras de su país, para constituirse en un valor literario incalculable.
Hace unas semanas, una compañera de trabajo me facilitó un fragmento de una de sus obras, titulada "El libro de los abrazos". Me ha gustado tanto que no he podido resistir la tentación de reproducirlo aquí, para que disfrutéis de la genialidad de un escritor que un día afirmó, en una de sus frases célebres: "No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta" Sin palabras... Gracias Ithaisa!!

" Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
- El mundo es eso - reveló-. un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con la luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay gente de fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. 
Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas; algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman, pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende... " 

15 de octubre de 2012

THE BLACK DOG





Winston Churchill popularizó el término "Black Dog" para describir los periodos de depresión que sufría. Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental (10 de Octubre), la OMS hizo un llamamiento para acabar con la estigmatización de la depresión y de otros trastornos mentales y mejorar el acceso al tratamiento para todas las personas que lo necesiten.
En el mundo hay más de 350 millones de personas con depresión. Sin embargo, debido a la estigmatización que todavía existe de este trastorno, muchos de los afectados no reconocen su enfermedad y no buscan tratamiento. Sin embargo, la depresión tiene también sus mecanismos de prevención y, por supuesto, su tratamiento. Reconocerla en uno mismo y pedir ayuda es el primer paso, muchas veces crucial  y decisivo, hacia la curación.
En este vídeo que os facilito, el escritor e ilustrador australiano Matthew Johnstone nos cuenta su historia con su oscuro perro particular. Me parece muy ilustrativo y de gran ayuda el hecho de poder explicar con tanta sencillez y facilidad lo que supone estar deprimido para una persona. Es muy interesante verlo y compartir el enfoque que este autor le ha dado al hecho de asumir que uno está deprimido y cómo poder afrontar una vida en este estado.
Hay una frase que me ha gustado mucho en este vídeo, que viene a decir algo así como "lo más importante que hay que recordar es que no importa lo mal que se pase; si aplicas los pasos adecuados y hablas con la gente adecuada, los días del Perro Negro pueden acabar y, de hecho, lo harán"
(podéis activar los subtíttulos haciendo click en el botón situado más a la izquierda en la parte inferior derecha de la pantalla)

8 de octubre de 2012

ONLY FOR YOU


Se termina un fin de semana más largo de lo habitual. Estás en casa, intentando concentrarte sumergido en las páginas de un libro que ha tratado, en vano, de sustituirla en tus pensamientos. Ni siquiera has llegado a olvidarte del último café compartido, hace ya unas cuantas semanas, hipnotizado por su atractiva manera de recogerse el pelo y calado hasta los huesos por su envolvente sonrisa, mezcla de mujer misteriosa y niña traviesa. Entre párrafo y párrafo de la novela, una imagen fugaz del lunar de su cuello trastorna la escasa atención a esa página interminable, perdiendo el hilo para retornar con tu mente a aquella tarde de felicidad. Decides abandonar la lectura, con la idea de reflejar sobre un papel todo lo que no le dijiste cuando estaba a medio metro de tu apocado discurso.
Pones música suave, enciendes el portátil y te preparas para escribir ese enjambre de pensamientos que protestan alborotados, deseando salir de tu cerebro. Estás convencido de que la cobardía y el silencio de aquel encuentro van a ser restañados ahora, con palabras precisas y frases sinceras, desnudando un sentimiento que saldrá a la luz parapetado tras la pantalla de un ordenador y protegido por la distancia entre ambos. Piensas que te importa poco, con tal de que ella lo lea en algún momento y conozca el motivo de tu insomnio…
Los dedos acarician el teclado, deseando saltar ágiles de letra en letra y construir un texto convincente que refleje todo lo que has sentido estando a su lado: lo mucho que admiras su optimismo y la manera vitalista de enfrentarse a la vida, la infantil timidez con la que desequilibra tu seguridad, lo apasionante que resulta vivir en una montaña rusa de ilusiones y esperanza, la magnética sensualidad de sus labios… Tienes toda esa teoría esperando impaciente para escaparse por la punta de tus dedos, pero la pantalla sigue en blanco, irradiando una molesta luz que hace que parpadees y, desanimado, te levantes a buscar la inspiración en el fondo de un vaso de bourbon.
Recuperas tu posición ante el vacío, ahora con el tintineo de los hielos acariciando el cristal de esa copa que te ha inyectado confianza. Todavía crees que serías capaz de obtener un sobresaliente, pero ya empiezas a conformarte con el aprobado en ese autoexamen de redacción. De pronto, aterriza una idea brillante, adecuada para un inicio que pueda captar su atención, seguida por un párrafo contundente en el que empiezas a dar muestras de tus intenciones. Una lectura rápida con el ceño fruncido analiza el resultado y decides borrar la mayoría de las expresiones, convencido de que no tendrá sentido seguir por ese camino. Ha pasado media hora y el contador de palabras marca "32"; un pobre bagaje que no hace honor a lo que pretendías confesarle al mundo, a tu mundo, que ahora se reduce al lugar que ella ocupa y al aire que respira.
Cierras los ojos con la esperanza de que el recuerdo de su voz y de su olor te proporcione la fuerza necesaria para continuar; escribes, rectificas, vuelves al principio de esa frase sin sentido, corriges la gramática, cambias el significado, consultas un diccionario, intentas ser original… Ella te inspira el verbo más cálido y la conversación más ingeniosa cuando compartís esos dos metros cuadrados de magia en los que el tiempo se detiene, pero no eres capaz de confesar tu amor ni de conquistar su boca, consumido por el fuego de su proximidad y aplastado por tu propia inseguridad y falta de autoestima. La frustración se suma a la angustia al comprobar que tampoco eres capaz de arrancarle un par de páginas a tu corazón, insertarlas en un mensaje y lanzarlas a la red para que lleguen, transformadas en kilobytes, a su destino.
Desganado y vencido por tu propia incompetencia, apuras el líquido restante y buscas otra manera de expresar tu deseo. A lo mejor un libro, o una canción que le guste, o un poema olvidado, o una cita reveladora… Concluyes que sería más fácil hablar con ella cara a cara, pero la simple idea de hacerlo muda el color y el calor de tu rostro, congestionando tus mejillas como si de un camaleón enamorado se tratase.
Cierras el archivo que contenía el breve relato inconexo que has sido capaz de perpetrar; antes, lo guardas para no perder la ilusión de volver a retomarlo en otro momento. Para qué engañarse: mejor claudicar y abandonar la idea de transformarte en escritor por un instante, convencido de que habrá otras facetas en las que saldrán a la luz tus habilidades. Con desgana, revisas por última vez el correo electrónico, que respira latente tras la pestaña del navegador. Acumulas 27 mensajes sin leer, pero hay uno que llama especialmente tu atención. La lectura de quien lo envía provoca un pequeño temblor en la mano que maneja el ratón, dificultando dirigir la punta de flecha hasta colocarla encima de su nombre. No puede ser: ella te ha escrito un correo... y lo ha enviado. En la columna que muestra el “Asunto” del mensaje, una frase derriba la muralla de tu cautela, permitiendo que una ola de imaginación y confianza conquisten cada minuto que transcurrirá hasta que vuelvas a verla. Una frase en "negrita" que simplemente dice “Only for you”        

3 de octubre de 2012

SIN FUTURO


Lo habían vuelto a conseguir. No se podía creer que le estuviera pasando de nuevo. Se suponía que tendría que ser uno de los días más felices del calendario pero, por enésima vez, su cumpleaños se había transformado en una fecha para olvidar…
Mientras arreglaba su cuarto recordó cómo habían sido las cosas hacía exactamente un año. El otoño regalaba ya las primeras lluvias y un viento frio y molesto espantaba a la gente de las calles. Aquel día se había levantado ilusionado, pues su visión optimista ante la vida así se lo recomendaba, dedicando su primer pensamiento matutino a recordar a sus padres, fallecidos en un accidente de tráfico unos años atrás. Deseó con todas sus fuerzas que estuvieran allí, viéndolo crecer afrontando las dificultades de la vida. "Seguro que se hubieran sentido muy orgullosos" pensó. El resto del día estuvo salpicado de desprecios, humillaciones y un trato vejatorio que hizo aflorar lágrimas amargas en sus mejillas en más de una ocasión. Y, por desgracia, ellos aprovechaban los días señalados para abundar en el maltrato hacia aquella persona inocente y vitalista: la celebración de su 13 cumpleaños era una ocasión propicia para continuar demostrando una mezquindad y un desprecio que no tenía límites.
Tras la fatídica desaparición de sus padres, había sido adoptado por aquel matrimonio en el que ella llevaba la voz cantante, mientras que él se limitaba a obedecer de modo sumiso las órdenes de quien, en lugar de su esposa, parecía su carcelera. A las pocas semanas de estancia en aquella casa fría y oscura ya descubrió que la relación entre sus nuevos padres adoptivos no era la de una pareja al uso, sino más bien la de ama y esclavo, aunque con el objetivo común de volcar en él su ira y sus frustraciones. Pronto comprendió que su camino iba a estar jalonado de obstáculos y dificultades. Pero en días tan especiales como aquel, el maltrato psicológico al que estaba sometido afectaba de manera especial a su estado ánimo, apagando una sonrisa que cada vez aparecía con mayor dificultad y sumiendo su existencia en un miserable laberinto de tristeza, del que iba a ser muy difícil encontrar la salida. Aún así, siempre trataba  de ocultar su melancolía y mostrarse alegre, tal y como le había recomendado su madre biológica, a la que tanto echaba de menos.
De esos padres postizos no recordaba ninguna palabra de felicitación; los gestos de cariño, como besos y abrazos, se habían quedado atrapados en el cuarto oscuro de sus pétreos corazones. Al contrario, su onomástica pasaba desapercibida para ellos e incluso alguna vez percibió en ese día algún atisbo de empeoramiento en sus modales, en forma de gestos huraños y respuestas más agresivas que de costumbre. No hace falta mencionar que la palabra "regalo" no existía en el vocabulario de aquel hogar y la posibilidad de invitar a algunos amigos quedaba aplastada por un "NO" categórico y contundente, contra el que no cabía apelación posible. No había llamadas, mensajes ni tarjetas con frases ingeniosas; ni siquiera un menú especial al que agarrarse para contentar al estómago y alegrar el ánimo. Pero lo que más deseaba era haber tenido alguna vez unas velas que soplar sobre una tarta de cumpleaños; la canción asociada la tenía grabada en su cerebro, pero ese deseo que siempre formulamos al apagar las llamas diminutas que coronan los palitos multicolor iba a tener que esperar, al menos, un año más. A no ser que...
De pronto, recordó haber visto una caja de cerillas perdida en algún cajón de la cocina. No tardó ni un minuto en encontrar el pequeño tesoro. Un vistazo más a la despensa y ya tenía todo lo necesario para llevar a cabo el plan. Volvió a su habitación deprisa, pero vigilando cada paso y cada esquina, con la precaución de no ser descubierto y dilapidar así una buena oportunidad para que ocurriera algo diferente. Al llegar a su cuarto, cerró la puerta con cuidado y echó el pestillo para asegurar la intimidad que el momento requería.
Una magdalena y un bote de nata montada fueron los ingredientes improvisados para crear de modo clandestino el mejor pastel de cumpleaños de su corta y triste historia. Un humilde y sencillo muffin coronado por una cerilla encendida que, clavada con orgullo en lo alto del dulce, hacía las veces de única y simbólica vela, representando todos aquellos cumpleaños que no habían podido ser. Apremiado por el fuego que devoraba la pequeña astilla que se consumía ante él, cerró los ojos y sopló con suavidad, formulando un deseo que había estado albergando en lo más profundo de su alma desde hacía tiempo: cumplir los 14 acompañado de amigos y seres queridos, rodeado de un montón de regalos envueltos en papel multicolor y música y… finalizar con una enorme tarta de chocolate ante la que todo el mundo sonreiría alegre, mientras entonaba esa cancioncilla que dice “cumpleaños feeeliz..."
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