El protagonista de este relato
nunca ha sido alguien convencional. Quizás ni él mismo lo sepa, pero su caso se
sale de la norma. En él se reúnen varios factores para considerar su
comportamiento como algo “anómalo” Pero en este caso, esta palabra no va acompañada
de un sentido despectivo, sino todo lo contrario: anómalo por diferente, por
escaso, por excepcional, por inusual, por extraordinario… Si bien es cierto
que, a lo mejor, es más fácil afirmar que los que se comportan de manera
distinta son todos los que le rodean.
Desde pequeño fue un niño
extrovertido y feliz, que sabía disfrutar de los pequeños placeres que la vida
te proporciona a esa edad. Era de destacar en él una afición que, a pesar de
sus escasos años, ya cultivaba con absoluto afán: el cine. Es fácil imaginar su
recorrido hasta la sala de proyección más próxima, con la ilusión rebosando por
todo su cuerpo, para visualizar aquella película que llevaba tantas semanas
esperando. Seguro que de vuelta a casa su cabeza echaba humo, memorizando cada
fotograma de esas escasas películas que podía ver, para después recrear de
nuevo todo el metraje en su cabeza y contar, escena por escena y con todo lujo
de detalles, el desarrollo de personajes, acción y situaciones. Incluso es
probable que añadiera algo de su propia cosecha para aderezar un poco lo visto
y contarlo bajo su prisma particular, pleno de imaginación y
apasionadamente intenso. De hecho, el interlocutor que lo hubiese presenciado
narrando alguno de esos argumentos no tendría problema en ahorrarse la entrada
a la sala, pues la película, pasada por el túrmix
de su imaginativa memoria, era representada con pelos y señales ante quien
quisiera y tuviera el placer de escucharle.
Ese gran amor por el cine tenía
sus consecuencias en la vida diaria, pues repercutía directamente en la manera
de jugar y en la organización de sus momentos lúdicos. A la hora de disfrutar
de un rato de ocio, cualquier juguete o estructura eran válidos para
representar, a pequeña escala, las escenas más apasionantes que había
contemplado en alguna de las películas preferidas de su catálogo particular.
Los clicks de Famóbil se convertían
en soldados intergalácticos, las piezas de Lego
eran naves, vehículos extraños o hacían las veces de fortificación donde
esconder al malvado; las pistas del Scalextric
semejaban carreteras asfaltadas por donde escapar en coches de su construcción
en busca de la chica y los Madelman
podían transformarse en el héroe que la rescataba en última instancia,
salvándola de una muerte segura enterrada en aquella montaña de arena… Horas y
horas de juegos, acompañado o en solitario, que forjaron desde bien temprano un
carácter alegre, imaginativo y poseído de esa inocencia sana y leal que
solamente los que todavía albergan un niño en su interior poseen.
Pasaron unos cuantos años y su
manera de ser y de ver la vida se mantuvo fiel a sus inicios. Un personaje
peculiar, optimista, locuaz, sincero y con un toque de felicidad constante que
lo hacía admirable a ojos de sus amigos; esos mismos que no le llegaban ni a la
suela de los zapatos en cuestión de fidelidad y compañerismo. Sospecho que no
siempre fue bien comprendido en ese mundo de “no violencia” y “entendimiento
global” que propugnaba y defendía, pero no me cabe ninguna duda de que muchos
hubieran cambiado con los ojos cerrados su manera de vivir por la de nuestro
personaje, a años luz de felicidad de las del resto.
No es posible terminar esta
historia sin hacer referencia a la gran pasión de su vida: la música. En este
caso, se puede afirmar sin temor a la equivocación que ha sido, es y será el
aire que necesita para vivir. Sin música, no sería ni la sombra de lo que es y
su relación con la misma siempre ha sido estrecha y pasional. Poseedor de un
gusto musical ecléctico, refinado y vasto en conocimientos, sorprendía siempre
con el último hallazgo de ese artista del que nadie salvo él había oído hablar.
Otras veces, dejaba asombrados a propios y extraños con recopilaciones
musicales realizadas en la soledad de su habitación, compuestas con mimo y
destreza para que los temas se engancharan uno tras otro como eslabones de una
cadena. Siempre era un honor poseer alguna de esas joyas, en forma de cassette, para escuchar en los momentos
más señalados… ésos en los que la música extrae de tu corazón las emociones más
intensas, o hace que éstas florezcan en tu interior. Y, al igual que con el
cine y tantos otros temas, su conversación musical era apasionada y plagada de
anécdotas y datos que obligaban al que escuchaba a rendirse ante tal avalancha
cultural, para admirar cómo alguien podía llegar a tal perfección y cariño por
un hobby que, en su caso, trascendía
el simple entretenimiento.
Todo lo mencionado hasta ahora no
hace sino ocultar tras un velo de entusiasmo la característica más destacada de
su manera de ser: la Amistad con mayúsculas, desinteresada e incondicional,
cariñosa y de fidelidad inquebrantable. Tan difícil y tan sencillo como eso;
una flor que supone una excepción en el desierto de las relaciones de este
mundo en el que se sobrevive, pero a expensas de pisar para que no te pisen.
Llegaron épocas más favorables y otras más tormentosas, pero en él sus amigos
siempre encontraron un apoyo, una palabra de ánimo, una sonrisa… incluso en
aquellos momentos en los que él mismo no pasaba por su mejor racha, que
también los hubo. Ahí radica la verdadera esencia de la amistad: ese don que
pocos poseen y que cada vez es más preciado. En él existe de manera innata y lo
desarrolla sin dificultad, sin aspavientos, sin gestos superfluos y de cara a
la galería. Todos los que alguna vez fueron tocados por la varita mágica de su
camaradería y de su aprecio, se tratase de hombres o de mujeres, deberían
sentirse afortunados de haber compartido un trocito de su vida con alguien tan
especial.
Por ese motivo me he decidido hoy
a escribir esta historia. Porque tras años de distanciamiento, en los que mi
amistad y admiración por su persona no han disminuido un ápice a pesar de la
lejanía, hoy siento que vuelvo a acercarme de nuevo a su órbita de influencia;
a su cálida manera de enfocar el día a día, a ver la vida sin rencores ni
resentimientos. También porque me siento orgulloso de haber formado un día parte
de ese reducido grupo de amigos que descubrieron juntos grandes emociones y
vivieron los mejores años que una vida puede otorgar. Y, sobre todo, porque hoy
es su cumpleaños y no había nada que me apeteciese más que escribir unas
palabras para agradecerle su amistad y su cariño. Ojalá que se mantenga así
hasta el final…
Feliz cumpleaños, amigo.
7 comentarios al respecto...:
Hola:
Afortunados vosotros de tener una amistad así. Maravilloso el escrito que le has hecho y la canción no podría ser otra que "Friends will be Friends" de Queen... sobre todo porque Queen lo descubrí con alguien tan maravilloso como el que describes, ¿o quizás estemos hablando de la misma persona? ;).
Ahora está sonando "Diamonds" de Rihanna y también le va al pelo:
"Shine bright like a diamond
Shine bright like a diamond
Find light in the beautiful sea
I choose to be happy
You and I, you and I
We're like diamonds in the sky"
... como vuestra amistad.
Que la disfrutéis mucho tiempo, MUACCCCCCCCCCCC.
María Ra
El filósofo y escritor R. Tagore dijo: "la amistad es como la fosforescencia, resplandece mejor cuando todo se ha oscurecido..."
Gracias Miguel por un relato tan entrañable y sincero,pero sobre todo, por acerarte de nuevo a mi òrbita de influencia. Ahora resplandecemos mucho más.
Como bien apunta María (siempre acierta), la canción de Queen va que ni pintada:
"No es fácil amar, pero tienes amigos en los que puedes confiar,
Los amigos serán amigos.
Cuando necesitas amor, ellos
te dan cuidado y atención.
Los amigos serán amigos...
Ofrece tu mano porque los amigos
serán amigos hasta el fin."
De nuevo, GRACIAS.
Creo que quien tiene que agradecer algo más soy yo: gracias por haber mantenido encendida la luz de la amistad a pesar de años de distanciamiento; gracias por tu manera de ser, porque otorgas una nueva dimensión a la palabra "optimismo". Y gracias a ambos por leer mis palabras y regalar comentarios acertados y emotivos (y encima con recomendación musical incluida!!)
Un abrazo y un besazo, a repartir como queráis...
Yo también soy de las "AFORTUNADAS" que lo han tenido a su lado.
Miguel me han encantado tus palabras ( ojalá yo pudiera expresarme de esa manera tan sincera ) estoy emocionada.
Que quedé claro, que a pesar del tiempo y la distancia, siempre habéis estado en mi pensamiento.
Supongo que a todo el mundo, para bien o para mal, le marca su infancia, adolescencia.........pero a mi, especialmente.
Un bico enorme!! Con todo mi cariño. Nuria
Hola Nuria! Bienvenida a este trocito de la red en el que trato de volcar sentimientos, cosas que he escrito, aficiones... Es un placer saber que también formas parte de los visitantes/lectores de este blog.
Como tú bien dices, somos afortunados por haber podido disfrutar de la amistad y el cariño del "Pedra" Ojalá se pueda mantener por muchos años...
Muchas gracias por tu comentario y por haberte asomado a estos fragmentos de intimidad.
Un beso!
Daba por hecho que este relato tan significativo e importante para mi ya tenía su canción, pero como suele pasar a veces, resulta que con el tiempo acabas "cruzandote" con otra que, sin desmerecer a lo anterior, te parece más apropiada.
Este es el caso de "The Call" de Regina Spektor. Su letra y su música me parece que encajan a la perfección con lo que sentí la primera vez que lo leí.
https://www.youtube.com/watch?v=abJ-7_B41tM
Gracias de nuevo AMIGO.
BESOS.
No tengo palabras para expresar lo mucho que me ha gustado la canción que has enviado, y lo bonita que es la letra. Suscribo completamente todo lo que dice.
Me ratifico cien por cien en lo que he escrito en este relato: la suerte es mía por tener el honor de compartir tu amistad.
Gracias de corazón
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