Fue en Febrero, pero no recuerdo bien el día porque he
tratado de olvidar, aunque no lo consigo por completo. Es
posible que por San Valentín… Puede ser, porque escogiste el momento más adecuado para
mostrar tu sinceridad y tu falta de compasión,
poniendo fin a una historia que no tenía por qué haber acabado
de esa manera. Lo único que recuerdo es que tu corazón se convirtió en piedra,
destrozando el mío con su indiferencia y su frialdad y haciendo añicos, de
paso, todo el simbolismo de ese día tan almibarado como comercial.
Sigo preguntándome qué te sucedió: qué o quién
transformó esa dulzura, para amargar tu carácter y abandonar mi cariño,
dejándolo a la intemperie sin el abrigo de tus besos. Cómo fuiste capaz de
olvidar que estabas enamorado de alguien
que siempre luchó por ti, cuánto tiempo transcurrió hasta que borraste mi
sonrisa de tu corazón, dónde dejaste olvidado tu amor y tu deseo. No pudo haber
sido tan repentino: no se vacía en un día el agua del mar...
Han pasado ya dos años y hoy vuelvo a estar en ese
lugar en el que tus palabras arrancaron trozos de mi alma; esa calle en la que
nos vimos por última vez. Este año también pasaré un 14 de Febrero nada
convencional, seguro. Quedan las ruinas, permanece el poso de un episodio
desagradable y lleno de misterio, que te llevó a escoger un camino por el que
nunca tenías que haber pasado. Y sigo sin entender qué faltó, cuántos errores
pude haber enmendado, cómo debí tratarte para no merecer al final la recompensa de tu
desprecio. No vale la pena darle más vueltas
al asunto: nunca lo sabré e intuyo que nunca me lo dirás.
No tengo tu móvil y desconozco en dónde te encuentras.
Pero me quedaba tu dirección de correo electrónico, perdida en alguna página de
la libreta de contactos. Por eso me he decidido a mandarte este e-mail,
deseándote que disfrutes de este día: un San Valentín tan solitario,
decepcionante e inútil como el que me has hecho pasar a mí desde que decidiste tirar por la
borda nuestra vida en común.
Feliz día, "amorcito"
3 comentarios al respecto...:
Da igual si se trata del día de San Valentín o de cualquier otro...
Dejan de AMARTE, sin explicación ni motivo aparente y con esa sensación de impotencia..., e incluso haciendo que te preguntes acerca de si eres tú la responsable...
Creo que en ocasiones, ese sentimiento de culpa duele más que la propia ruptura en si.
Yo le diría a la protagonista de este relato que no lo dude, que si ella "ha luchado por él" y ha sido rechazada, realmente ya no "vale la pena darle más vueltas al asunto".
Mi canción para esta entrada:
"Tears and Roses" de Michael Hoppé.
Lágrimas en un día donde las rosas, son el regalo más típico...
Un saludo.
Has dado en el clavo: yo creo también que el sentimiento de culpa, la frustración por lo que has tenido que pasar, duelen más que la pérdida de ese ser querido. Resulta curioso cómo enfocamos las cosas desde ese punto de vista, en el que tendemos a culparnos primero por algo que muchas veces ni siquiera está bajo nuestro control. Hay que tener mucha objetividad para aportar un criterio adecuado para esos casos en los que el protagonista es uno mismo...
Gracias por ese regalo en forma de canción. Más adecuado imposible...
Un abrazo!
Me encantan tus palabras... yo tambien me he sentido asi
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