Pablo R. Picasso: "El beso" 1925. Óleo sobre tela. Museo Picasso. París |
Frente a frente. Dos caras
aproximando su posición en el espacio, muy despacio, hasta que el propio
espacio entre ellas se colapsa y dos narices colisionan como antesala a la
explosiva unión de unos labios que buscan anhelantes a los que viajan,
desbocados, en sentido contrario. Qué sinsentido, dos apéndices prominentes,
actores secundarios en la película del beso, que comparten el honor de ser los
que inician el contacto, los que avisan del inminente caos hormonal, cuando
esos rostros ciegos de luz y de pasión acercan su boca guiados únicamente por
el caluroso susurro de frases entrecortadas.
Un olor perfumado y sensual puede
desencadenar la batalla; las narices advierten al cerebro, a través del olfato,
de que el viaje sin retorno incrementa su velocidad. Y ambas narices se palpan,
se rozan, se superponen, luchando a sabiendas de que su fugaz contacto es un
simple cartel indicativo, un aperitivo infinitesimal que culmina un segundo más
tarde y dos centímetros más abajo con una húmeda fusión a mil grados en la que
labios y lenguas se entrecruzan, aparentando un todo que por momentos quisiera
ser eterno.
Pablo R. Picasso: "El beso" 1969. Óleo sobre lienzo. Museo Picasso. París |
A partir de ese instante el
protagonismo nasal se torna de nuevo imprescindible, por ser el único modo, a
su través, de mantener viva y presente la respiración que un momento antes
parecía ahogarse, creyendo de alguna manera que se iba a desvanecer. Y esas
narices respiran, jadean, calentando un aire ya de por sí incendiado de
caricias y deseo. Y desean volver a contactar, consiguiéndolo, aplastadas por
una amalgama de dos rostros de los que se han caído, rendidas, unas gafas.
Cuando ese cortometraje tan largo
llega a su fin, queda la nariz como testigo último del maravilloso abordaje,
resistiéndose a abandonar el barco, actuando ahora a modo de caricia, de toque
final de complicidad. Como si una cara se rebelase, anclada de modo nasal,
negándose a perder el contacto con la otra. La cabeza se retira, marcha atrás,
tratando de imponer la orden general de “vuelta a la calma”
Dos narices enfrentadas, durante
el tiempo de un parpadeo. Una simple nariz: la tenemos en medio de los ojos,
pero es poco visible a no ser que se busque frente a un espejo. Resulta curioso
que uno sea más consciente de su propia existencia durante un beso; un bello
acto que se lleva a cabo, sobre todo, con la boca…
5 comentarios al respecto...:
Me ha gustado este beso...
"Y eso es lo que quiero BESOS
todas las mañanas me despierten BESOS
sea por la tarde y siga habiendo de esos
y luego por las noches me den más BESOS "pa" cenarrrrrrrrrrrrr"
Me alegro mucho de que os haya gustado este beso. Siempre es agradable saber que alguien disfruta con estos relatos cortos. Y mejor todavía si deja un regalo en forma de comentario. Muchos besos!!
"ADORO LOS BESOS"...
Un beso me parece la manera más perfecta de demostrarle a alguien lo que sientes, sea un amigo o un ser AMADO.
Mi canción para este relato se titula: "A Beginning" y es de Ryan Stewart.
www.youtube.com/watch?v=e-rr2gC5duE
Un BESO, un maravilloso comienzo para una nueva amistad, una nueva relación, un momento de pasión...
BESOS!! ;)
En un beso, aunque sea el más inocente, se puede guardar una enorme cantidad de sentimientos. Dice muchas cosas sin necesidad de palabras...
Gracias por tu comentario y por la música: impecable para este relato.
Besos!
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