3 de octubre de 2012

SIN FUTURO


Lo habían vuelto a conseguir. No se podía creer que le estuviera pasando de nuevo. Se suponía que tendría que ser uno de los días más felices del calendario pero, por enésima vez, su cumpleaños se había transformado en una fecha para olvidar…
Mientras arreglaba su cuarto recordó cómo habían sido las cosas hacía exactamente un año. El otoño regalaba ya las primeras lluvias y un viento frio y molesto espantaba a la gente de las calles. Aquel día se había levantado ilusionado, pues su visión optimista ante la vida así se lo recomendaba, dedicando su primer pensamiento matutino a recordar a sus padres, fallecidos en un accidente de tráfico unos años atrás. Deseó con todas sus fuerzas que estuvieran allí, viéndolo crecer afrontando las dificultades de la vida. "Seguro que se hubieran sentido muy orgullosos" pensó. El resto del día estuvo salpicado de desprecios, humillaciones y un trato vejatorio que hizo aflorar lágrimas amargas en sus mejillas en más de una ocasión. Y, por desgracia, ellos aprovechaban los días señalados para abundar en el maltrato hacia aquella persona inocente y vitalista: la celebración de su 13 cumpleaños era una ocasión propicia para continuar demostrando una mezquindad y un desprecio que no tenía límites.
Tras la fatídica desaparición de sus padres, había sido adoptado por aquel matrimonio en el que ella llevaba la voz cantante, mientras que él se limitaba a obedecer de modo sumiso las órdenes de quien, en lugar de su esposa, parecía su carcelera. A las pocas semanas de estancia en aquella casa fría y oscura ya descubrió que la relación entre sus nuevos padres adoptivos no era la de una pareja al uso, sino más bien la de ama y esclavo, aunque con el objetivo común de volcar en él su ira y sus frustraciones. Pronto comprendió que su camino iba a estar jalonado de obstáculos y dificultades. Pero en días tan especiales como aquel, el maltrato psicológico al que estaba sometido afectaba de manera especial a su estado ánimo, apagando una sonrisa que cada vez aparecía con mayor dificultad y sumiendo su existencia en un miserable laberinto de tristeza, del que iba a ser muy difícil encontrar la salida. Aún así, siempre trataba  de ocultar su melancolía y mostrarse alegre, tal y como le había recomendado su madre biológica, a la que tanto echaba de menos.
De esos padres postizos no recordaba ninguna palabra de felicitación; los gestos de cariño, como besos y abrazos, se habían quedado atrapados en el cuarto oscuro de sus pétreos corazones. Al contrario, su onomástica pasaba desapercibida para ellos e incluso alguna vez percibió en ese día algún atisbo de empeoramiento en sus modales, en forma de gestos huraños y respuestas más agresivas que de costumbre. No hace falta mencionar que la palabra "regalo" no existía en el vocabulario de aquel hogar y la posibilidad de invitar a algunos amigos quedaba aplastada por un "NO" categórico y contundente, contra el que no cabía apelación posible. No había llamadas, mensajes ni tarjetas con frases ingeniosas; ni siquiera un menú especial al que agarrarse para contentar al estómago y alegrar el ánimo. Pero lo que más deseaba era haber tenido alguna vez unas velas que soplar sobre una tarta de cumpleaños; la canción asociada la tenía grabada en su cerebro, pero ese deseo que siempre formulamos al apagar las llamas diminutas que coronan los palitos multicolor iba a tener que esperar, al menos, un año más. A no ser que...
De pronto, recordó haber visto una caja de cerillas perdida en algún cajón de la cocina. No tardó ni un minuto en encontrar el pequeño tesoro. Un vistazo más a la despensa y ya tenía todo lo necesario para llevar a cabo el plan. Volvió a su habitación deprisa, pero vigilando cada paso y cada esquina, con la precaución de no ser descubierto y dilapidar así una buena oportunidad para que ocurriera algo diferente. Al llegar a su cuarto, cerró la puerta con cuidado y echó el pestillo para asegurar la intimidad que el momento requería.
Una magdalena y un bote de nata montada fueron los ingredientes improvisados para crear de modo clandestino el mejor pastel de cumpleaños de su corta y triste historia. Un humilde y sencillo muffin coronado por una cerilla encendida que, clavada con orgullo en lo alto del dulce, hacía las veces de única y simbólica vela, representando todos aquellos cumpleaños que no habían podido ser. Apremiado por el fuego que devoraba la pequeña astilla que se consumía ante él, cerró los ojos y sopló con suavidad, formulando un deseo que había estado albergando en lo más profundo de su alma desde hacía tiempo: cumplir los 14 acompañado de amigos y seres queridos, rodeado de un montón de regalos envueltos en papel multicolor y música y… finalizar con una enorme tarta de chocolate ante la que todo el mundo sonreiría alegre, mientras entonaba esa cancioncilla que dice “cumpleaños feeeliz..."

5 comentarios al respecto...:

Anónimo dijo...

¡¡Animo, chaval!!, hazte el muffin más rico del mundo, sal a la calle y vuélcate en tus amigos (esa "familia" que sí puedes escoger) y canta aquello de:

"What doesn't kill you makes you stronger
Stand a little taller
Doesn't mean I'm lonely when I'm alone.

What doesn't kill you makes a fighter
Footsteps even lighter..."

Me gustó esta canción desde la primera vez que la escuché pero es que, además, fue escogida por unos niños enfermos de cáncer en un hospital americano:

http://www.vanguardia.com.mx/strongerelemotivovideodelosninosconcancer-1284939.html

Petición para el jefe: queremos la segunda parte de este relato pero con el chico ya mayor, fortalecido y ¡¡FELIZ!!

Fuerza para todos esos niños que sufren.

Saludos



MIGUEL DÍAZ dijo...

Gracias por los ánimos. Se los transmitiré al protagonista del relato...
La canción de Kelly Clarkson ("Stronger") habla de que lo que no te mata te hace más fuerte. Es un mensaje positivo y te ayuda a seguir adelante en esos momentos en los que crees que todo está perdido o tienes una vida tan miserable como la que aparece en esta entrada.
Desde aquí me comprometo a escribir una segunda parte con las condiciones que me pides...
Un saludo y gracias!

Anónimo dijo...

Anónim@: Me encanta tu positivismo.
Se pueden perder batallas, pero no por ello la guerra...

Para mi, el protagonista es todo un heroe.
Es un heroe porque a pesar de las zancadillas que la vida le ha ido poniendo a lo largo de su corta vida, no ha impedido que siga deseando y buscando su sueño.
Ese sueño que no es otro que tener una vida igual que los demás... Muy simple pero que ha veces es difícil de alcanzar.
Me gustaría cantarle: "Alli me colé y en tu fiesta me planté, cocacola para todos y algo de comer...".
Veremos lo que le depara el futuro.
Mi tema para esta canción (anónim@ me lo ha puesto difícil) es: "Real Hero" de COLLEGE.

Un saludo del "PEDRA"...

MIGUEL DÍAZ dijo...

Es muy agradable descubrir cómo reaccionáis ante este relato: el buen rollo y el positivismo florece a pesar del tema al que se refiere el texto. No tengo ninguna duda de que su futuro será muchísimo mejor de lo que hasta ahora le ha tocado en (mala) suerte.
Gracias, "Pedra", por tus comentarios y tus recomendaciones musicales. Te echábamos de menos...

Anónimo dijo...

No me voy a ninguna parte... HE VENIDO PARA QUEDARME. Que lo sepasss...

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