Se acercaba el remate del curso y
con él, la última semana plagada de exámenes finales de casi todas las
asignaturas. Marta había trabajado duro y sus esperanzas de disfrutar de un par
de meses de auténticas vacaciones pasaban por obtener buenas calificaciones en
el año académico que ahora tocaba a su fin. Playa, amistades y un viaje soñado
que ahora parecía más asequible y cercano que nunca. Una manera agradable de
olvidarse del ecosistema salvaje de aquel colegio en el que había sobrevivido a duras penas en los últimos siete años.
Esa semana tan crucial había sido
una mezcla desproporcionada de nervios, horas robadas al sueño, apuntes y poca
comida, hasta el punto de que su capacidad de raciocinio y concentración se
vinieron abajo tras la última prueba, momento en el que su cuerpo le solicitó a
gritos liberar el stress acumulado. Ya estaba decidido: esa noche acudiría a la
cena de fin de curso que organizaba su clase, no sin antes haber confirmado
allí la presencia de sus mejores amigas. Un grupo cerrado con el que no era
sencillo relacionarse para el resto de los alumnos…
Todo estaba dispuesto para
celebrar una agradable velada que serviría de bienvenida no oficial al verano
y, por ende, al periodo vacacional correspondiente. La cena, salpicada de
confidencias, tanteos y cruces de miradas que delataron a no pocos corazones
anhelantes de atención, fue un mero trámite alimenticio que sirvió de antesala
y preparación para una noche que, de entrada, a todos les parecía corta. El
cóctel de sonrisas y alcohol prendió la mecha de la desinhibición entre la manada de tal manera
que, cuando se sirvió el postre, todo aquel que tuviera la intención de
terminar acompañado su solitaria noche inicial había mostrado ya sus cartas.
Daniel supo desde el principio
que disponía de una buena mano en la partida de esa noche. Y en su
enfrentamiento con Marta no iba a ir de farol. Siempre se había sentido atraído
por aquella preciosa joven de mirada sonriente y sensual timidez, pero nunca
amasó suficiente valor como para cruzar con ella algo más que una simple y banal
conversación acerca de la profesora de Matemáticas o los apuntes de Inglés. En
esta ocasión no estaba dispuesto a ser derrotado por su conformismo ni a caer
en excusas que justificaran su falta de iniciativa.
Marta había reparado hacía ya
varios meses en la figura de Daniel, con su permanente sonrisa como tarjeta de
presentación y su enérgica manera de conversar con los amigos, explicando
sus opiniones en voz alta y gesticulando al mismo tiempo, convincente, como si
las palabras no fueran suficientes por sí mismas para derrotar a sus
interlocutores. Por un momento observó su silueta, bailando despreocupado a
pocos metros de ella y tuvo la impresión de que esa noche no iba a necesitar
demasiadas palabras para convencerla…
Un fugaz estudio de la situación
más adecuada por parte de ambos, el saludo de rigor y la repentina invitación a
una copa comenzaron a fraguar lo que más tarde sucedió, al amparo de la
privacidad que proporcionaba la mezcla de madrugada y calles vacías. No
hicieron falta demasiadas casualidades ni fue preciso forzar ninguna situación
para que terminaran juntos en el camino de vuelta tras unas horas intensas y
llenas de dudas. Ya en el portal de su casa, Marta inició una frase que sonando
a despedida, quería significar todo lo contrario. Con la luz avanzando hacia
ellos, sus ojos hablaron de otra manera y casi a cámara lenta, un beso selló
los labios de ambos en lo que supuso el mejor inicio del verano que habían
vivido en su todavía escaso recorrido sentimental.
Se despertaron tarde, ya superada
la hora del almuerzo. Cada uno en su habitación, aunque separados por pocas
manzanas de distancia, sintieron todavía en sus labios el dulce pero extraño
sabor de la noche anterior. Una sonrisa más tarde el teléfono sonaba en casa de
Marta. Fuera, en la calle, el calor y la humedad se habían vuelto
insoportables.
6 comentarios al respecto...:
Sabor a verano, de humedad insoportable y tanto calor en la calle como en el corazón... Quien pudiera repasar aquel beso, aquella calidez, de aquella persona especial que nos marcó la vida... Enhorabuena
Gracias por tu comentario, Carlos. Me gustó la idea de rememorar esa vuelta a casa con el día intentando vencer ya a la noche y las calles mojadas y resacosas, tras haber visto el mundo durante esa madrugada a través de los ojos de otra persona.
Un saludo y espero seguir leyéndote por aquí!!
Ay, ¡¡que bueno!!, me he teletransportado a aquella época en la que te gustaba el chico del "insti" y un día te acompañaba a casa.... ¡¡TACHÁNNNNNN!!
Espero que tengas buenos recuerdos de aquellas noches en compañía de alguien, que seguro guarda también buenos recuerdos de esos momentos. Me siento orgulloso de haber sido capaz de hacerte viajar en el tiempo con mi relato....
Gracias por tu comentario y un saludo!!
Cierto, este relato me transporta a la época en que las chicas del "insti" hacían saltar mi corazón por los aires. El problema es que yo a diferencia de David, no tenía el valor de "entrarles".
Tonto de mi!!.
Mi canción para este relato es : "Colors" del grupo Barcelona.
(...)
Ella hace a mi corazón
Gritar colores...
A pesar de tener que recoger en algún momento los pedazos de un corazón roto, estoy seguro de que guardas buen recuerdo de esa época del "insti" en la que todo tenía un significado especial y te bebías la vida día a día de un trago.
Gracias por la canción, como siempre, muy adecuada.
Saludos!
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