Esta mañana te he vuelto a ver tras la búsqueda que mantengo todos los días, desde la primera vez que reparé en tu presencia. La lotería del destino hizo que te sentaras frente a mí en el vagón del metro que, monótono y ruidoso, nos conduce cada día a nuestros lugares de trabajo. La atracción y la curiosidad hicieron el resto, pues desprendes un halo de misterio y belleza del que es difícil escapar.
Hoy estabas seria y ojerosa, cosa nada extraña desde hace un par de semanas. Te observo y trato de adivinar tu manera de pensar por los gestos de tu cara, escondida tras ese libro forrado con papel de regalo, para que nadie descubra el enigma de tu lectura. Se me ocurren a diario múltiples preguntas que quisiera plantearte, pero mi timidez vence siempre a mi curiosidad. Quisiera saber en qué trabajas, qué harás durante tus vacaciones, cuáles son tus gustos musicales y literarios, si hay alguien esperándote en casa cuando vuelves del trabajo y dónde has dejado esa alegría que trata de filtrarse por la rendija de tu mirada. Y te veo salir entre la muchedumbre, apresurada y frágil, mientras las puertas automáticas separan de nuevo nuestros universos.
Entonces, tras la soledad acompañada en la que me sumerjo cuando ya te has ido, te imagino e intento moldear, con mi mente, la vida de una desconocida que se me ha hecho muy familiar: trabajas en una empresa relacionada con la informática, sentada en una oficina con varios compañeros alrededor que no siempre resultan agradables, te encanta la música (en todas sus facetas), devoras libros con pasión y quisieras emplear tu escaso tiempo libre en hacer más ejercicio, pero tu estricto horario laboral y tu inhalador para el asma (que te acompaña vayas donde vayas, por tus intensas y en las últimas semanas cada vez más frecuentes crisis respiratorias) no te lo permiten. Por tu mirada, triste y despistada, has terminado hace poco una relación tormentosa que ha oscurecido tus sentimientos y endurecido tu corazón. Por ese motivo vuelves a vivir sola, con una reconquistada pero inútil libertad y un gato que no te echa de menos tanto como desearías.
Hoy recibiste una llamada un par de estaciones antes de tu parada. Mi sentido auditivo intentó discriminar cualquier sonido que no fuera tu delicada voz hablando por el móvil; con gran dificultad, pude distinguir tus palabras mientras comunicabas a algún conocido tu dirección de correo electrónico. Y llevo tres horas sentado ante mi portátil, con este puñado de frases escrito, sin atreverme a presionar el botón de “enviar”. Debería superar mi temor al fracaso y aparecer de repente en tu vida, pues tú has conseguido, sin proponértelo, poner la mía patas arriba. Pero algo me dice que no verás con buenos ojos esta intromisión en tu intimidad… Esperaré contando los días hasta que un golpe de suerte una nuestros caminos de alguna manera. No… no te enviaré este correo con mi descaro y mi desesperación, pero sí un beso que espero, tú lo sabes, no sea el último.
5 comentarios al respecto...:
"'Cause I only feel alive
When I dream at night
Even though she's not real it's all right
'Cause I only feel alive
When I dream at night
Every move that she makes holds my eyes
And I fall for her everytime
I've so many things I want to say
I'll be ready when the perfect moment comes my way
I had never known what's right for me
Till the night she opened up my heart and set it free
But now I just spend all my time with anyone
Who makes me feel the way she does"
Es muy bonito y fantasioso cumplir el sueño de conseguir a tu amor platónico pero.... a veces ese amor platónico no tiene nada que ver con la fantasía y las ilusiones que habías forjado y acabas con el corazón roto y sin ese "alguien" con quién soñar. Yo aprendí la lección y el próximo "amor platónico" seguirá siendo será eso: platónico. Duele menos.
Gracias por tu comentario, anónim@ amig@. Y gracias por la preciosa canción de Marc Anthony, uno de mis preferidos para canciones de amor. Espero que el texto te haya gustado (el comentario no lo deja claro...) Alguien dijo un día que el amor platónico es como un volcán inactivo... A mí me ha gustado mucho este poema que encontré en la red:
Pasarás por mi vida sin saber que pasaste.
Pasarás en silencio por mi amor y, al pasar,
fingiré una sonrisa, como un dulce contraste
del dolor de quererte... y jamás lo sabrás.
Soñaré con el nácar virginal de tu frente;
soñaré con tus ojos de esmeraldas de mar;
soñaré con tus labios desesperadamente;
soñaré con tus besos... y jamás lo sabrás.
Quizás pases con otro que te diga al oído
esas frases que nadie como yo te dirá;
y, ahogando para siempre mi amor inadvertido,
te amaré más que nunca... y jamás lo sabrás.
Yo te amaré en silencio, como algo inaccesible,
como un sueño que nunca lograré realizar;
y el lejano perfume de mi amor imposible
rozará tus cabellos... y jamás lo sabrás.
Y si un día una lágrima denuncia mi tormento
--el tormento infinito que te debo ocultar--,
te diré sonriente: "No es nada... Ha sido el viento."
Me enjugaré la lágrima... y ¡jamás lo sabrás!
José Ángel Buesa
El texto me ha encantado.... como todos los tuyos que he leído hasta el momento.
Qué bonito relato! Retratas perfectamente ese sentimiento inexplicable que te recorre el cuerpo cuando alguien que no conoces o conoces poco te embauca. Me encanta que no le envíe el email aunque también me hubiese encantado el acto valiente de enviárselo.
Aprovecho para darte la enhorabuena por el blog, he navegado por algunos de tus relatos y me han encantado.
Un saludo
Muchas gracias por tus comentarios, Sigrid. Y bienvenida a este trocito de ciberespacio que trata de contener una parte específica de mi vida. Celebro que te hayan gustado los relatos que has leído. En cuanto a éste, creo que no todo va a quedar así... Habrá "segunda parte"
Un saludo
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