13 de abril de 2011

CARAMELOS


Paseando con mis hijos por la feria durante el Carnaval, entre coches de choque, tómbolas y una noria amenazante, caí en la cuenta de que las relaciones de pareja son como los caramelos: hay muchos tipos y, a decir verdad, bastante diferentes unos de otros. Pensé en ello cuando se cruzó en nuestro camino una princesita de rubia melena lanzando mordiscos desesperados a un algodón de azúcar que casi no dejaba ver su rostro. Recordé las características de ese manjar: dulce, pegajoso y prácticamente sin aroma, aunque lo peor llega cuando se deshace en la boca nada más entrar, sin permitirte siquiera tratar de imaginar cómo será su sabor… Lo mismo podría decir de esas relaciones con alguien que de inicio promete, por su dulzura y por su presencia, pero después caes en la cuenta de que es alguien insulso y más soso que un yogur de agua.
Seguía caminando entre los múltiples Batmans, Bobs Esponja, Rapunzels y demás, pero no podía dejar de pensar en ello; de hecho, se me ocurrieron varios ejemplos más de tipos de relaciones entre un hombre y una mujer (y viceversa) que traté de apuntar al llegar a casa antes de que la rutina y mi desastrosa memoria se encargasen de borrarlos del disco duro:

-“El bloque”: dura, dura y dura, como el famoso anuncio de las pilas. Normalmente, suele ser tipo macizo que dura más de lo que desearías y terminas cansándote tras mucho insistir y buscarle la gracia, pues no obtienes nada a cambio como recompensa. Todo es dureza y monotonía…
-“Peta Zeta”: sorprendente y explosivo, con un sabor indefinido que no sabrías explicar; lo único que tienes claro es que quieres volver a probar: quieres más y tiene que ser ya!
-“De chocolate”: dulces, untuosos, adictivos… esa clase de caramelos que no quisieras que se acabaran nunca. El problema es que mancha bastante cuando se derrite
-“Rellenos de chicle”: guardan una sorpresa en su interior, aunque no siempre el sabor final sea del agrado de la mayoría; desde luego, bastante alejado de lo que prometía al principio.
-“Chupa-Chups y piruletas”: estirados y altivos; caminan como si les hubieran metido un palo por el culo. En su favor, hay que reconocer que son cómodos de llevar pero terminan resultando inútiles cuando se acaba lo bueno.
-“Toffee”: pegajoso, difícil de masticar y digerir, aunque se le perdona por su sabor, mezcla de nata y caramelo. Altas probabilidades de volver a probarlo aunque se haya quedado un trozo entre los huecos de una muela.
-“Carbón de Reyes”: triste y decepcionante, a lo que se le añade su mal color. Da la impresión de que siempre acude para fastidiar el día…
-“Gominolas”: sean ositos, muñequitas o bolas deformes, todas tienen algo en común: necesitas comerte varias, una tras otra, para confirmar su verdadero sabor y textura (eso si tienes la suerte de que sean todas del mismo tipo, cosa muy poco frecuente…)
-“Regaliz”: tanto el negro como el rojo, sean bastones, espirales o pastillas, muy famosos y con gran número de seguidores. De elección para problemas de salud, por sus propiedades farmacéuticas. Se puede considerar el “gentleman” de los dulces, estando presente en tabaco, licores, cerveza… Un clásico.
-“Nubes”: esponjosas, blandas, livianas. Por su aspecto te las comerías todas de una sentada, pero cuando llevas un par ya has decidido que tu estómago tiene bastante.
-“Balsámicos”: nada más probarlos notas un alivio generalizado e incluso sientes que respiras mejor, pero como todo lo bueno, suele ser algo pasajero. No dejan de tener su mérito, pues pueden ser de gran ayuda en momentos determinados.
-“Sin azúcar”: pues eso, sin gracia, de mero trámite, con poco salero… Recomendados únicamente en casos desesperados cuando no se pueda recurrir a algún otro tipo (excepción: diabéticos)

 Bueno, yo creo que hay muchos más… Mi preferido es el de toffee relleno de piñones. La clave está en encontrar uno que de verdad te guste y desees volver a probar. Su sabor inicial es a veces complicado de entender, pero con el tiempo vas tomándole cariño y llega un momento en que no estás tranquilo si no tienes alguno en el pantalón, perdido dentro  del bolso o en algún cajón de la cocina. Esos caramelos que, una vez asimilados, se quedan en tu colección de sabores y olores para siempre.         

4 comentarios al respecto...:

María Ra dijo...

No tengo palabras (que ya es difícil), sencillamente ¡¡FABULOSO!!

¿La foto también es tuya?. Muy apropiada.

María Ra dijo...

Gracias a tu escrito recordé un monólogo sobre las parejas con el que me reí un montón, aunque me resulta más "golosón" el tuyo, la verdad. Aquí va el link:

http://ocioyentretenimiento.net/humor/monologos-tipos-de-parejas.htm

Unknown dijo...

Opino lo mismo que nuestra amiga... Esta entrada es fantástica.

Mi favorito sin duda: el "Peta Zeta".

Y por supuesto... mi canción: "WALL-E" de la película de Pixar.

Un saludo!!

MIGUEL DÍAZ dijo...

Gracias por la crítica. A mí también me gustó mucho escribirla en su día; ya ves que es la entrada más visitada del blog, con diferencia, desde hace mucho tiempo. Eso quiere decir que ha gustado bastante...

Todos los caramelos suelen ser agradables y apetecibles; el problema es cuando te atragantas con alguno...

Un saludo!

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